Aunque llevo varias presentaciones de mis anteriores libros, tengo que admitir que esta vez ha sido un chute de buena energía, magia y cariño a raudales.
Espacio abierto es una nueva sala cultural, en la calle Alvar López, 12, tras la Biblioteca Municipal en pleno centro jerezano.
Las chicas que lo regentan, Lucía y Marina son puro encanto y dulzura. Su atención con todo el mundo, atendiendo a los lectores que se acercaron fue maravillosa y quiero darles las gracias públicamente. Volveremos a hacer muchas cosas juntas.
Mi maestra de ceremonias, mi alma gemela y amiga incondicional: la periodista de Canal Sur Radio, Isabel Noci, me dio su ternura, sus ganas de vivir y su buen rollo, con anécdotas que arrancaban más de una carcajada al público. Siempre es un placer tenerla a mi lado.
¿Y qué decir de mis niñas? La sorpresa que preparamos fue que el público conociera en persona a Río y sus amigas, que son las mías propias.
Así que saqué al escenario a Antonella, Patricia, MªJosé y Sandra. O lo que es lo mismo: Río, Patri, Mariajo y Lola, las chicas de mi novela.
Fue tan bonito ver sus caras de emoción mientras relataban cómo ha sido convertirse en personaje de la novela, nuestras desternillantes chats de whatsap con cada capítulo que les pasaba o llegar al final según ellas perfecto de la novela. Como digo en la dedicatoria este libro no sería lo mismo sin ellas.
Y la niña de Antonella, mi preciosa Raquel, fue un regalo de ternura para todos. Creo que su madre se la llevo con algún trocito menos de los achuchones que le dimos.
Gracias chicas me siento muy afortunada de teneros en mi vida.
Quiero dar las gracias también a Teresa, mi editora de Kiwi. Por confiar en mi trabajo, por sus promesas que siempre cumple y porque es una crack.
Y luego está lo más importante en mi vida: mi familia. Por pasar una noche inolvidable con mi hija, mi marido, mi madre y mi tía, mi prima Miriam y su chico que me sigue en cada novela y a toda la gente que acudió para conocernos por primera vez como Carmen y Laura, o Jose nuestro cámara.
Espacio aparte merece las estupendas empanadas de pollo al Pedro Ximenez y de dátiles, de la pastelería El Artesano, que regamos con vinito, cervecita y refrescos. Siento poneros los dientes largos, pero para los que no pudisteis venir no sabéis lo que os habéis perdido, ja, ja.
Espero seguir escribiendo muchas otras historias que os lleguen al corazón y que sigáis llenando de amor el mío.
Os quiero.